lunes, 9 de abril de 2012



ARTICULISTA INVITADO

Héctor Yunes Landa

La inevitable comparación entre las campañas de Peña Nieto y Vázquez Mota


 La reciente visita de Enrique Peña Nieto al Puerto de Veracruz fue sin duda una muestra de lo que un candidato fuerte puede lograr tan solo con propuestas claras y cercanía con la gente. Los veracruzanos lo pudieron ver de cerca, caminando por Villa del Mar, abriéndose paso entre la gente que se le acercaba, lo abrazaba, le comunicaba sus demandas, gente que cree en su proyecto y que quiere un Nuevo Rumbo para México.

Lo vimos también tomando café en la Parroquia, saludando a los comensales, con un equipo que en perfecto orden se encargaba de mantener la tranquilidad del lugar para que todos disfrutaran de su estancia.

Enrique Peña Nieto es un hombre decente, educado y cabal, que ha dado muestras de cómo debe gobernarse con eficacia, pero sobre todo, reuniendo a los diversos y sumando a los diferentes, porque esa es la única forma de reunir fuerzas y talentos para poder superar los problemas. De su trabajo, los resultados saltan a la vista en el Estado de México; de su carácter sano y positivo ya hay sobradas muestras, aún al inicio de las campañas.

Un hombre joven y lleno de salud, pero con madurez y experiencia, que por encima de todo, no sucumbe a la tentación de responder las agresiones burdas y sin sustento que le han dirigido sus adversarios; eso es altura de miras. Porque para gobernar un país como México, con visión de Estado y auténtica vocación de servicio a la nación, no es posible perderse en el encono y el sentimiento vil que es la venganza, sino elevarse y pasar por alto las injurias fáciles y las descalificaciones pendencieras. México necesita como nunca de un hombre con altura de miras, y estoy seguro de que ese es Enrique Peña Nieto.

El electorado mexicano puede observar y hacer su comparación entre una candidatura gris, intrascendente que se afana por caer bien y sólo obtiene rechazo de la gente debido a la imagen negativa de mal gobierno que su partido proyecta; y la de un candidato joven, fuerte y con experiencia gobernando, que tiene como tarjeta de presentación los buenos resultados de su administración estatal.  Un hombre que está comprometido con terminar el mal gobierno y darle a nuestro país el regreso a la paz y la tranquilidad que todos los mexicanos anhelamos.

Que difícil debe ser para la candidata del partido en el poder, enfrentarse al arranque de su campaña proselitista con una franca hostilidad y desdén de los ciudadanos que ella esperaba ver volcados a su favor. Y más cuando se tiene el peso del aparato federal que se supone facilita las cosas.

Reclamos de los automovilistas que esperaron horas formados en una caseta de cobro debido a que la candidata de Acción Nacional decidió que ese era el mejor momento para repartir propaganda y saludar mientras era filmada por su equipo de campaña. Reclamos de las familias que fueron atropelladas e interrumpidas mientras comían, cuando a la candidata se le ocurrió detenerse a comer unos antojitos llevando consigo un tropel de guaruras, staff, reporteros y camarógrafos.

Y a pesar de la intención de disculparse con los molestos comensales, lo que consiguió fue que el dueño del restaurante le pidiera salir del lugar - algunas versiones narran que hasta un limonazo le dieron para que se apresurara a salir, actitud que por cierto no avalamos-

Y a causa de tanta presión, casi se desmaya en una conferencia sobre seguridad, viéndose en la necesidad de continuar su intervención sentada ante la preocupación de sus colaboradores y el murmullo general que, mas que hacer burla de su salud, cuestionaba su capacidad de enfrentar la tensión y el estrés que implican gobernar con firmeza.

De sus resultados, salta a la vista la ineficiencia y el fracaso: Como Secretaria de SEDESOL, legó a México 5 millones de nuevos pobres y un programa Oportunidades que tiene becados a los operadores electorales del PAN y es usado para obligar a la gente a votar por ese partido; como Secretaria de Educación dejó a México sumido en la una crisis del Sistema Educativo, ya que ni siquiera es posible para la SEP saber cuántos maestros tiene el país y obtiene las peores evaluaciones de su historia; como Coordinadora del PAN en la Cámara de Diputados, se distinguió por su ausentismo y, sobre todo, por su incapacidad para convocar a las fracciones de los partidos políticos y sacar las reformas que el Presidente Calderón le encomendó.

Esa es la realidad de su trayectoria y del inicio de campaña de Josefina Vázquez Mota que la tiene   -por lo visto hasta ahora- muy cuesta arriba para refrendar la victoria y continuidad de su partido en la Presidencia de México.

En contraste, con eventos bien organizados, con el aprecio espontáneo y genuino de la gente, y sobre todo con mucho carisma, el camino que ha iniciado Enrique Peña Nieto muestra otro panorama.

Este comentario no es de manera alguna un ataque, sino una reflexión sobre la innegable realidad que estamos viendo al arranque de las campañas políticas rumbo a la Presidencia. El argumento de que hay que votar por una consideración de género es, sin duda, un falso debate, que pretende blindar a la candidata panista de cualquier cuestionamiento por el solo hecho de ser mujer.

Como mujer y ser humano merece todo mi respeto, sin embargo, debe analizarse la capacidad para gobernar, la experiencia y los resultados de los candidatos, más allá de cualquier otra consideración.

México no necesita más cortinas de humo ni falsas consideraciones sexistas, sino una valoración auténtica y sincera de las capacidades, las trayectorias y los equipos políticos que puedan garantizarle a los mexicanos un buen rumbo y un buen destino en el Gobierno de la República. La Paz Social, el Crecimiento Económico, el Progreso y el Bienestar es la meta de todos; el tema es cómo podemos lograrlo.

La respuesta salta a la vista: Enrique Peña Nieto como Presidente, respaldado por un Congreso con mayoría de Senadores y Diputados del PRI, puede construir el Nuevo Rumbo que México Necesita.

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