lunes, 16 de abril de 2012



Cosas Pequeñas
[DE] PRESIONES

Juan Antonio Nemi Dib


Gary Speed era el prototipo de la celebridad. Casado, en una relación estable y aparentemente armoniosa, padre de dos hijos. En apenas 4 meses como director técnico de la selección de futbol de Gales había logrado un éxito portentoso, superando con creces la expectativa que se tenía de él. Tenía 42 años y la fortuna parecía sonreírle en prácticamente todos los aspectos de su vida incluyendo el patrimonial y, por demás está decirlo, el del prestigio dentro de su comunidad: en su primera experiencia como técnico, dirigía la selección para la que jugó como profesional durante varios años, por lo menos en 85 partidos internacionales, además de pertenecer a equipos prestigiados. Tenía un contrato firmado para tres años y medio y él mismo se reconocía sorprendido por sus resultados.

Lo encontraron ahorcado. La policía concluyó que fue un suicidio. Que hablen los expertos:

"No sólo es la gente del primer plano, las celebridades, la gente rica. La depresión no conoce fronteras sociales ni edades. Se enferman los pobres, los ricos, los jóvenes, los ancianos, y es una enfermedad grave, pero que tiene solución. Paul Farmer, de Mind, [una] institución británica dedicada a dar asesoría a pacientes de enfermos mentales y familiares, afirma que ‘los exitosos profesionales del mundo del deporte no están exentos de las enormes presiones del estrés.’ Se estima que una de cada cuatro personas, en algún punto de la vida, experimentará algún tipo de enfermedad de tipo mental, de una severidad variable. En el caso de gente famosa, se trate de futbolistas, actores, cantantes o millonarios, le dijo a BBC Mundo Jane Harris, de Rethink Mental Illness, ‘éstos viven bajo un tipo de presión enorme, lo que puede desatar fácilmente una depresión, de la misma manera en que perder un empleo o un ingreso mensual puede hacerlo en la vida de la gente común y corriente.’ ‘Ni el éxito ni el ser pobre pueden servir como salvaguardas contra la enfermedad mental,’ agrega.”

De acuerdo con la organización mexicana VOZ PRO SALUD MENTAL: “La depresión mayor es una seria enfermedad cuyos síntomas incluyen humor deprimido, disminución en el nivel de energía y en el interés por la vida, molestias físicas, cambios en los patrones de alimentación y sueño, y pensamiento y movimientos ya sea lentos o agitados. La depresión mayor no es una tristeza pasajera. Si no se obtiene tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses o años, sin embargo, un tratamiento adecuado puede ayudar a la mayoría de las personas que sufren de depresión. La depresión mayor es una enfermedad seria que afecta anualmente a 9.9 millones de adultos en Estados Unidos, el equivalente a aproximadamente el 5% de la población. La depresión mayor causa más casos de incapacidad en Estados Unidos que cualquier otra enfermedad. Comparado con el número de casos anuales de trastornos depresivos que se presentan en los hombres (3.2 millones), más del doble (6.7 millones) se presentan en mujeres.”

“A diferencia de los sentimientos normales y pasajeros de tristeza, pérdida y duelo, la depresión mayor continúa y causa serios problemas de pensamiento, comportamiento, estado anímico, actividades y salud en la persona. Con frecuencia, la depresión mayor comienza entre los 15 y 30 años de edad, pero también puede presentarse en niños y ancianos. Todas las personas, independientemente de su edad, grupo étnico o económico, pueden sufrir de depresión. Más de la mitad de las personas que sufren un episodio de depresión seguirán teniendo episodios hasta una o dos veces al año si no reciben tratamiento. Sin tratamiento, una persona con depresión puede llegar al suicidio.”

“La depresión mayor, conocida también como depresión clínica o depresión unipolar, es solamente un tipo de trastorno depresivo. Otros trastornos depresivos incluyen la distimia (una modalidad crónica pero menos severa que la depresión clínica) y el trastorno bipolar (o maniaco depresión). Las personas que sufren de trastorno bipolar, por lo general sufren de episodios alternados de depresión y manía. Durante los períodos de manía, las personas se encuentran en un estado anímico de ‘exaltación’ anormal o se sienten inusualmente irritables. Estas personas podrían tener una opinión de ellas mismas o de sus habilidades extremadamente buena aunque poco realista; puede haber también un aumento marcado de energía, pensamientos furtivos y habla muy rápida.”

La BBC de Londres menciona a científicos del Instituto Karolisnka de Estocolmo, quienes afirman que la depresión perjudica la memoria al restarle al cerebro plasticidad y capacidad de adaptación. En un estudio trazaron la forma en que el estado depresivo resta plasticidad a las células cerebrales y se convierte en un obstáculo para diferentes funciones cerebrales, sobre todo la capacidad de almacenamiento en la memoria.

Sin embargo, “...ante experiencias perturbadoras de la vida -como la ruptura de un matrimonio, la pérdida de un trabajo o la muerte de un familiar- muchas personas se deprimen. Sin embargo, otras no. ¿Por qué ocurre esto? Una persona que vive experiencias traumáticas y no se deprime posee una cualidad que en psiquiatría se conoce como ‘resiliencia’. (La academia de la lengua define el término como ‘la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas’). De acuerdo con la doctora Rebecca Elliott, psicóloga de la Universidad de Manchester, todas las personas están situadas en algún lugar de la escala: ‘En un extremo hay personas que son muy vulnerables. Enfrentadas a situaciones bajas de estrés, o ninguno en absoluto, van a desarrollar un problema de salud mental’. ‘En el otro extremo, hay personas que han tenido experiencias muy terribles, y sin embargo permanecen positivas y optimistas’. Pero, ¿qué es la resiliencia? ¿Es algo que hemos heredado o que aprendemos? ¿Puede ser rastreada en la química del cerebro o en la actividad eléctrica? Y si nos falta, ¿la podemos adquirir? Lamentablemente, la respuesta a todas esas preguntas es muy similar. No lo sabemos.”

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la depresión afecta a más de 120 millones de personas en todo el mundo.

Cita el diario EL PAÍS: “‘No me importa hacer autocrítica: no siempre recetamos [antidepresivos] para los verdaderos enfermos, sino para pacientes con otro tipo de sufrimiento. Y lo hacemos así porque funcionan’, reconoce el psiquiatra del hospital Clinic de Barcelona Víctor Navarro. ‘No sabemos bien por qué les ayuda, porque es algo que no está avalado por estudios ni por la literatura médica, pero de hecho atenúa su situación’, añade. Pese a todo, hay especialistas que consideran que para una mayoría de pacientes esos fármacos o son inútiles o actúan como meros placebos. El debate está ahí: ¿deben los médicos exigir que se padezca una profunda depresión para recetar antidepresivos o debe extenderse su influencia a los que sufren una tristeza inexplicable o en algunos casos lógica por haber sufrido una pérdida real?”
 

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