LA HERENCIA
Ángel Lara Platas
En no pocas ocasiones
Felipe Calderón, a pesar de ser el Presidente de todos los mexicanos adoptó una
actitud marginal, como si se tratara de un ciudadano más que clamara en el
vacio la solución de los temas de mayor algidez en México.
El caso de la seguridad
pública es uno de ellos. Su obsesión por casarse con una sola idea sin afrontar
la realidad con enfoque práctico, ha resultado muy caro para el país.
Peña Nieto heredará
cuestiones que están para preocupar a cualquier mente sensata.
Si bien es cierto que hay signos de políticos
maduros con otra visión de las cosas, como los encuentros entre el actual
gobernador del Estado de México Eruviel Ávila Villegas, y el futuro Jefe de
Gobierno del Distrito Federal, para hablar sobre la problemática de la Ciudad
de México que como tal también está asentada en territorio mexiquense; o la
disposición al diálogo de los entrantes gobernadores del PRD; hay problemas que
si no se les da un manejo adecuado y preciso, podrían detonar en algo mayor.
El problema que más atención
seguramente brindará el gobierno de Peña Nieto, es el de la inseguridad pública
que técnicamente es una cuestión de seguridad nacional. Por principio de orden,
el presidente entrante tendrá que definir no tan solo las estrategias a
implementar, sino hasta el nombre con el que definirá la lucha contra el narco.
Hay que recordar que cuando el Presidente Calderón utilizó la palabra “guerra”
para definir el combate a la delincuencia, de inmediato se detona el perfil
violento de las bandas criminales.
Por cierto, quien define
la circunstancia que dio origen a la proliferación y desborde de las acciones
de los criminales es el ex vocero presidencial Rubén Aguilar Valenzuela, en su
reciente libro con ese tema.
Dice Aguilar que esos
grupos venían operando con bajo perfil, hasta que el Presidente Calderón
convierte la lucha contra el narco en una declaratoria de guerra. El término
“guerra” sonó muy fuerte en los oídos de los jefes delincuenciales cuya
formación es militar o para militar. Esta posición del gobierno provocó el inmediato
pertrechamiento de los cárteles, quienes de inmediato se abocaron a reclutar
personal.
Luego, ante la crítica
generalizada, Calderón Hinojosa negó haber dicho lo que dijo, pero ya era
tarde.
Una sola palabra
utilizada inadecuadamente, detonó un verdadero caos nacional.
Por ello la expectación
sobre la denominación de las acciones anti narco, en la administración que está
por estrenarse.
Existen otros asuntos en
los que el equipo del mexiquense tendrá que empeñarse. El conflicto religioso
de la Nueva Jerusalén, en Michoacán, pone al descubierto serias deficiencias en
los programas para la educación pública. A varios meses de la destrucción de
las escuelas por el fanático líder religioso del lugar, no ha habido una
respuesta pronta del gobierno federal, que ponga fin al conflicto en la
segregada comunidad.
El asunto de Mexicana de
Aviación también está en la lista de pendientes que Calderón dejará sobre el
escritorio de Peña Nieto.
Por el manejo de esta
problemática, pareciera que hubo cierta intención de retardar la solución para heredar
el conflicto al nuevo inquilino de Los Pinos.
La lista de pendientes
crece con la ocupación violenta de las instalaciones de la Universidad Autónoma
de la Ciudad de México, por pseudoestudiantes. El gobierno del Distrito
Federal, más para escurrirse del tema que para darle peso al argumento de la
autonomía, se pronuncia por el diálogo entre las partes para resolver el
conflicto, a pesar que le han demostrado que en esa supuesta huelga hay más
intereses externos –políticos y económicos- que razones laborales y académicas.
Por la afectación en la enseñanza de miles de jóvenes, también tendrá que
entrarle el nuevo gobierno federal.
La salud será otro de los
rubros por atender con extrema urgencia. Estudios de uno de los organismos de
la Organización de las Naciones Unidas, concluyen que los indicadores de
bienestar social en el tema de la salud de los mexicanos, van a la baja. La
salud de los mexicanos fue mejor atendida en 2011 que en 2012. Igual ocurre con
los indicadores de la calidad de vida: bajaron en 2012.
Aunque la política que
hasta el momento está poniendo en práctica quien pronto asumirá la titularidad
del Ejecutivo Federal, es incluyente y sin distingos de colores o ideologías,
tendrá que definir su posición respecto de Andrés Manuel López Obrador, ya que
por lo que se ve, más que representar el contrapeso político en la
administración de Peña, pudiera ser más bien una gran piedra en el zapato.
Por lo pronto, en el PRD y PAN hay dos signos
interesantes que fortalecerán la interlocución con el presidente de México: la
foto de Marcelo Ebrard (probable líder del PRD) con Calderón; y las reflexiones
del presidente del PAN Gustavo Madero. El primero manda el mensaje que no está
casado con obcecaciones políticas; y el segundo, que el panismo sabe
reflexionar y decidir sobre lo que conviene o perjudica al partido que
representa.
No es poca la tarea. Hay mucho que hacer para
enderezar los caminos torcidos de México.
Tal vez, Enrique Peña
decida iniciar por definir la política de comunicación e imagen del gobierno
que presidirá.
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