ARTICULISTA INVITADO
Héctor Yunes Landa
Calderón propicia el desprestigio internacional de México.
Uno
de los temas de esta semana que más acaparó la atención no sólo del
país entero, sino de la comunidad internacional, fue el fallo de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación de desechar el proyecto del
Ministro Arturo Zaldívar que sugería la liberación de la francesa
Florence Cassez, condenada a 60 años de prisión por el delito de
secuestro y otros equiparables, y turnar el caso a otro ministro para su
revisión. Mientras tanto Cassez, de 37 años, continuará en prisión a la
espera de un nuevo fallo que podrá darle su libertad o confirmar su
condena.
Al
margen de la inocencia o culpabilidad de esta ciudadana francesa, el
caso adquirió notoriedad, no por el hecho de que una persona de origen
extranjero fuese partícipe de delitos tan graves como los imputados,
sino porque México y el mundo han puesto sus ojos en dicho evento, una
vez más, por la incapacidad, los errores y el procedimiento ilegal del
Gobierno Federal. Conviene hacer aquí un breve resumen de los hechos.
El
9 de diciembre de 2005, el país supo de la detención de la banda de
secuestradores “Los Zodiaco”, en lo que sería un exaltado operativo
policial transmitido en vivo por los medios de comunicación. Entre los
detenidos se encontraba una mujer de 31 años de nacionalidad francesa,
que había sido señalada por las víctimas salvadas ese día como una más
de los secuestradores y pareja sentimental del jefe de la organización.
Sin embargo, el 11 de febrero de 2006, en el programa televisivo Punto
de Partida conducido por Denise Maerker, Florence Cassez alega que su
detención había sido un montaje televisivo organizado por la Agencia
Federal de Investigación, ya que a ella y a los implicados se les detuvo
un día antes en el rancho llamado Las Chinitas, al sur de la Ciudad de
México.
Ante
la denuncia de Cassez, Genaro García Luna, director de la AFI, se
disculpó y aceptó que, en efecto, la transmisión en vivo era una
recreación de los hechos solicitada por los medios de televisión, pero
que no tendría influencia alguna en el juicio. Sin embargo, esta
explicación pierde su efectividad cuando Pablo Reinah, el reportero de
Televisa que cubrió la detención, se deslinda de haber sabido de
antemano que se tratase de una recreación o un montaje.
Es
aquí el punto en el que el “Affaire Cassez” deja de ser uno más de los
procesos judiciales en contra de delincuentes en nuestro país y se
convierte en una situación grave y crítica que ha puesto en tela de
juicio los principios de justicia y legalidad en México, y ha provocado
una perniciosa tensión en las relaciones diplomáticas entre México y
Francia.
El
tema a reflexionar en este asunto no es si la francesa es o no
culpable, sino la manera en que la autoridad manejó su detención,
tergiversando las pruebas del caso y volviéndolo inviable por las
violaciones procesales cometidas. La irresponsabilidad del Gobierno
Federal provocó que un simple proceso judicial se volviese un asunto de
importancia internacional manchando gravemente la imagen de la justicia y
el Estado mexicanos.
Ahora,
el fallo de la SCJN en contra de la liberación de Cassez no es ni puede
ser una victoria del sistema, sino un terrible precedente que ha
sentado ya jurisprudencia al respecto. Es decir, a partir de este caso,
se le está dando luz verde a la autoridad para fabricar cualquier tipo
de montaje e inculpar a una persona, culpable o inocente, que no tendrá
derecho al elemento de transparencia y legalidad en su juicio.
El
presidente francés Nicolas Sarkozy desde un primer momento tomó este
asunto como una de sus prioridades –mediáticas o no- en la agenda de
gobierno. La tensión del caso provocó que el año pasado se cancelase “El
año de México en Francia” y que la opinión francesa tomara la bandera
de Cassez como propia. Recientemente, Sarkozy declaró que Francia está
dispuesta a llevar este caso hasta sus últimas consecuencias para
garantizar la protección de los derechos de su compatriota. Y hay razón
desde el punto de vista de la vulnerabilidad que a partir de ahora
tendrían todos los ciudadanos extranjeros en territorio mexicano, siendo
susceptibles a ser inculpados de ilícitos en cualquier momento.
Lo
peor del tema es el impacto negativo que esto tiene en las potenciales
inversiones que pudieran llegar a México, toda vez que un requisito
fundamental es la certidumbre y legitimidad que la vigencia del Estado
de Derecho debe darle al capital extranjero, vital para nuestro
crecimiento económico.
La
pregunta es ¿Por qué llegar a este punto? Y la respuesta es indignante.
Nuestro Gobierno Federal y su Presidente, aferrados a defender también
hasta las últimas consecuencias su caótica guerra contra la delincuencia
organizada, permitieron que se pervirtiera un proceso judicial para
darle proyección y hacerle propaganda a sus operativos policiacos.
Prefirieron tener una exclusiva en los principales medios de
comunicación del país que hacer prevalecer el principio de legalidad en
la detención de una banda de secuestradores.
Si
después de todos los alegatos Cassez sale libre, en el supuesto de que
fuera culpable, gran parte de la culpa de haber soltado a una
delincuente será de Felipe Calderón, porque él ha sido una figura
influyente en este viciado proceso, usando su poder para proteger a su
cómplice Genaro García Luna, presionando a la Suprema Corte para no
permitir su liberación, y negándose a ceder ni siquiera ante un caso tan
grave como este.
Esto
sólo pasa a ser una prueba más de la forma de actuar de esta y la
anterior administración, que indolentemente sacrifica dignidades,
principios y leyes con tal de salirse con la suya.
El
colofón sin embargo, aunque no tiene que ver con el Affaire Cassez, es
la natural consecuencia de los actos de Felipe Calderón: la Corte Penal
Internacional de La Haya finalmente no desechó la demanda que 23 mil
mexicanos presentaron en contra del Presidente por crímenes de guerra y
actos de lesa humanidad. No la declararon improcedente y ahora la
analizan detenidamente. Funesto presagio para Calderón, que ya está
buscando casa y trabajo en otro país, preparando la huída, indigno pero
justo final para una administración como la suya. Eso explica su
aferramiento esquizofrénico a la remota posibilidad de que el PAN se
mantenga en la Presidencia de la República.
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